6.11.16

Sobre las raíces

Hace poco me di cuenta de que en mis raíces está ser un desarraigado. Con mucha tardanza, claro, porque lo que uno lleva pegado siempre es difícil de ver. Pero me he dado cuenta de que todo lo que soy es en parte todos los sitios en los que he estado, y en los que no me quedé. Y todo lo que lleva aparejado ser de ninguna parte.

Ser de ninguna parte es no acostumbrarse a ninguna almohada porque nunca es la última.

Es ver el horizonte como un objetivo.

Es tener nostalgia por lugares que no te pertenecen.

Es vivir sin sentirse atado a ningún paisaje.

Es recordar el tiempo más que el espacio.

Es rechazar identidades y etiquetas otorgadas por nacimiento.

Es acostumbrarse a perder equipaje, muchas veces valioso.

Es la necesidad de tomar un camino nuevo siempre que se presente la oportunidad.

Es buscar la personalidad del suelo que pisas.

Es no querer ver el límite a las experiencias.

Pero también es darse cuenta de que siempre voy a tener un viento que me temple los pies y me invite a descansar frente a las montañas que acaricia, y unas risas compartidas con quienes me saben anclar en un momento fugaz.


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